Cuidadores
Comunicación en ambos sentidos
Una comunicación pobre puede dificultar las cosas. La persona con EM no es la única que necesita soporte emocional. Decir abiertamente las cosas y trabajar unidos para conseguir metas concretas, ayudará a todos a sentirse más seguros.
Si los cambios cognitivos fruto de la EM (pérdida de memoria, altibajos de humor...) llegan a ser severos e interrumpen la vida cotidiana, consulten con un profesional sanitario.
Las maneras efectivas de reconocer los sentimientos
Ignorar un problema no lo hará desaparecer. La cólera, la pena, y el temor pronto se convierten en culpa y resentimiento. Discutir sentimientos es importante para la salud de las relaciones. Tomarse un tiempo para pensar los sentimientos antes de manifestarlos hará la conversación más clara y tranquila.
Manejando los imprevistos
Vivir con la EM implica esperar lo inesperado, por eso es preciso hacer planes alternativos y prevenir. La impredecibilidad de la EM puede ser muy estresante, pero se puede manejar (contar con tiempo extra para el viaje, asegurar la accesibilidad de los lugares que se visitarán, poder contactar con personas que puedan ayudarnos de forma inmediata...).
La dependencia y el aislamiento
El temor de la dependencia y el aislamiento es común en las familias del enfermo crónico. La persona con EM depende cada vez más del cuidador y el cuidador depende cada vez más de otros para que le proporcionen respiro y apoyo. Ambos pueden sentir vergüenza de esta dependencia, así que a veces no piden la ayuda que necesitan. La ansiedad se reduce mucho en cuidadores que son capaces de desarrollar apoyo personal y social.
La Cólera
La cólera es una emoción común entre los cuidadores. La situación se siente -y es- injusta. Durante una tarea difícil podrían decirse palabras muy duras. La cólera y la frustración se deben reconducir para que no se conviertan en actitudes física o emocionalmente abusivas.
Evitando el abuso
El abuso físico comienza generalmente en el contexto de dar o recibir ayuda personal. Las circunstancias que producen la frustración y la cólera son a menudo inevitables, pero una respuesta emocionalmente dañina o físicamente agresiva no es buena. La humillación continuada, la crítica dura o las conductas manipuladoras pueden socavar la autoestima de cualquiera de los implicados.
La conducta abusiva nunca es aceptable. Si la tensión se acumula, se debe producir un “tiempo muerto” y pedir ayuda.